Se acabó, nunca más,
el tiempo se desbloquea,
había desaparecido
el encargado de atarlo
y presidirlo.

Pedro Salinas





-Más-
"¿Qué voy a ponerte a ti: galeras de fantasía, azahar falso, sombra falsa? ¿Qué voy a ponerte a ti, tarde del día catorce, si tu ya lo tienes todo: naranjo sin flor ni fruto, mar sin vela, luz de agosto? En tu perfección parada, inmóvil, así, dejarte salvada de tu pesar, quisiera.

Eternidad te pondría."



-Busca, encuentro -

"Llevo los ojos abiertos. No te veo, estás dentro de la niebla.
Niebla: con el mirar no la aclaro, con la mano no la empujo, con el querer no la mato. Niebla. La mirada ¿para qué? y la voluntad, inútil. Llevo los ojos cerrados. No te veo, ya te siento, ya te tengo. Mía. Estás, estoy, a tu lado: estás dentro de la niebla."





-La otra -

"Se murió porque ella quiso; no la mató Dios ni el Destino. Volvió una tarde a su casa y dijo con voz eléctrica, por teléfono, a su sombra: -¡Quiero morirme pero sin estar en la cama, ni que venga el médico, ni nada! ¡ Tú cállate! ¡Qué silbidos de venenos candidatos se sentían! Las pistolas en bandadas cruzaban sobre alas negras por delante del balcón. Daba miedo los collares de tanto que se estrecharon. Pero no. Morirse quería ella. Se murió a las cuatro y media del gran reló de la sala, a las cuatro y veinticinco en su reló de pulsera. Nadie lo notó. Su traje seguía lleno de ella, en pie, sobre sus zapatos, hasta las sonrisas frescas arriba en los labios. Todos la vieron ir y venir, como siempre. No se le mudó la voz, hacía la misma vida de siempre. Cuimplió diecinueve años en marzo siguiente: -Está más hermosa cada día - , dijeron en ediciones especiales los periódicos. La heredera sombra cómplice, prueba rosa, azul o negra, en playas, nieves y alfombras, los engaños prolongaba."

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